Lucas 4:1-6:49 Flashcards
(37 cards)
Lucas 4:1-4
Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y fue llevado por el Espíritu al desierto por cuarenta días, y era tentado por el diablo. No comió nada en aquellos días, pasados los cuales tuvo hambre.
Entonces el diablo le dijo:
—Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan.
Jesús, respondiéndole, dijo:
—Escrito está: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios.”
Lucas 4:5-8
Luego lo llevó el diablo a un alto monte y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra. Le dijo el diablo:
—A ti te daré todo el poder de estos reinos y la gloria de ellos, porque a mí me ha sido entregada y a quien quiero la doy. Si tú, postrado, me adoras, todos serán tuyos.
Respondiendo Jesús, le dijo:
—Vete de mí, Satanás, porque escrito está: “Al Señor tu Dios adorarás y sólo a él servirás.”
Lucas 4:9-13
Entonces lo llevó a Jerusalén, lo puso sobre el pináculo del Templo y le dijo:
—Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, 10 pues escrito está: “A sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden”, y “En las manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra.”
Respondiendo Jesús, le dijo:
—Dicho está: “No tentarás al Señor tu Dios.”
Cuando acabó toda tentación el diablo, se apartó de él por un tiempo.
Lucas 4:14,15
Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea, y se difundió su fama por toda la tierra de alrededor. Enseñaba en las sinagogas de ellos y era glorificado por todos.
Lucas 4:16-19
Vino a Nazaret, donde se había criado; y el sábado entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. Se le dio el libro del profeta Isaías y, habiendo abierto el libro, halló el lugar donde está escrito:
«El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar libertad a los cautivos y vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos y a predicar el año agradable del Señor.»
Lucas 4:20-23
Enrollando el libro, lo dio al ministro y se sentó. Los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Entonces comenzó a decirles:
—Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.
Todos daban buen testimonio de él y estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca. Decían:
—¿No es éste el hijo de José?
Él les dijo:
—Sin duda me diréis este refrán: “Médico, cúrate a ti mismo. De tantas cosas que hemos oído que se han hecho en Capernaúm, haz también aquí en tu tierra.”
Lucas 4:24-27
Y añadió:
—De cierto os digo que ningún profeta es bien recibido en su propia tierra. Y en verdad os digo que muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando el cielo fue cerrado por tres años y seis meses y hubo una gran hambre en toda la tierra; pero a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda en Sarepta de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue limpiado, sino Naamán el sirio.
Lucas 4:28-30
Al oír estas cosas, todos en la sinagoga se llenaron de ira. Levantándose, lo echaron fuera de la ciudad y lo llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual estaba edificada la ciudad de ellos, para despeñarlo; pero él pasó por en medio de ellos y se fue.
Lucas 4:31-34
Descendió Jesús a Capernaúm, ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba; y se admiraban de su doctrina, porque su palabra tenía autoridad.
Estaba en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu de demonio impuro, el cual exclamó a gran voz, diciendo:
—¡Déjanos! ¿Qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Yo sé quién eres: el Santo de Dios.
Lucas 4:35-37
Descendió Jesús a Capernaúm, ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba; y se admiraban de su doctrina, porque su palabra tenía autoridad.
Estaba en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu de demonio impuro, el cual exclamó a gran voz, diciendo:
—¡Déjanos! ¿Qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Yo sé quién eres: el Santo de Dios.
Lucas 4:38,39
Entonces Jesús se levantó, salió de la sinagoga y entró en casa de Simón. La suegra de Simón tenía una gran fiebre; y le rogaron por ella. E inclinándose hacia ella, reprendió a la fiebre; y la fiebre la dejó, y levantándose ella al instante, les servía.
Lucas 4:40,41
Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos de diversas enfermedades los traían a él; y él, poniendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba. También salían demonios de muchos, dando voces y diciendo:
—¡Tú eres el Hijo de Dios!
Pero él los reprendía y no los dejaba hablar, porque sabían que él era el Cristo.
Lucas 4:42-44
Cuando ya era de día, salió y se fue a un lugar desierto. La gente lo buscaba y, llegando a donde estaba, lo detenían para que no se fuera de ellos. Pero él les dijo:
—Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios, porque para esto he sido enviado.
Y predicaba en las sinagogas de Galilea.
Lucas 5:1-3
Aconteció que estando Jesús junto al Lago de Genesaret, el gentío se agolpaba sobre él para oír la palabra de Dios. Vio dos barcas que estaban cerca de la orilla del lago; los pescadores habían descendido de ellas y lavaban sus redes. Entró en una de aquellas barcas, la cual era de Simón y le rogó que la apartara de tierra un poco. Luego, sentándose, enseñaba desde la barca a la multitud.
Lucas 5:4-7
Cuando terminó de hablar, dijo a Simón:
—Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar.
Respondiendo Simón, le dijo:
—Maestro, toda la noche hemos estado trabajando y nada hemos pescado; pero en tu palabra echaré la red.
Cuando lo hicieron, recogieron tal cantidad de peces que su red se rompía. Entonces hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca para que acudieran a ayudarlos. Ellos vinieron y llenaron ambas barcas, de tal manera que se hundían.
Lucas 5:8-11
Viendo esto Simón Pedro, cayó de rodillas ante Jesús, diciendo:
—Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador.
Por la pesca que habían hecho, el temor se había apoderado de él y de todos los que estaban con él, y asimismo de Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón:
—No temas; desde ahora serás pescador de hombres.
Trajeron a tierra las barcas y, dejándolo todo, lo siguieron.
Lucas 5:12-16
Sucedió que estando él en una de las ciudades, se presentó un hombre lleno de lepra, el cual, viendo a Jesús, se postró con el rostro en tierra y le rogó, diciendo:
—Señor, si quieres, puedes limpiarme.
Jesús entonces, extendiendo la mano, lo tocó, diciendo:
—Quiero, sé limpio.
Y al instante la lepra se fue de él. Jesús le mandó que no lo dijera a nadie. Le dijo:
—Ve, muéstrate al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés, para testimonio a ellos.
Pero su fama se extendía más y más; y se reunía mucha gente para oírlo y para que los sanara de sus enfermedades. Pero él se apartaba a lugares desiertos para orar.
Lucas 5:17-21
Aconteció un día que él estaba enseñando, y estaban sentados los fariseos y doctores de la Ley, los cuales habían venido de todas las aldeas de Galilea, de Judea y Jerusalén; y el poder del Señor estaba con él para sanar. Sucedió que unos hombres que traían en una camilla a un hombre que estaba paralítico, procuraban entrar y ponerlo delante de él. Pero no hallando cómo hacerlo a causa de la multitud, subieron encima de la casa y por el tejado lo bajaron con la camilla y lo pusieron en medio, delante de Jesús. Al ver él la fe de ellos, le dijo:
—Hombre, tus pecados te son perdonados.
Entonces los escribas y los fariseos comenzaron a pensar, diciendo: «¿Quién es éste que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?»
Lucas 5:22-26
Jesús entonces, conociendo los pensamientos de ellos, les preguntó:
—¿Qué pensáis en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir: “Tus pecados te son perdonados”, o decir: “Levántate y anda”? Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados —dijo al paralítico—: A ti te digo: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.
Al instante se levantó en presencia de ellos, tomó la camilla en que estaba acostado y se fue a su casa glorificando a Dios. 26 Y todos, sobrecogidos de asombro, glorificaban a Dios. Llenos de temor, decían:
—Hoy hemos visto maravillas
Lucas 5:27-29
Después de estas cosas salió y vio a un publicano llamado Leví, sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo:
—Sígueme.
Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió.
Leví le hizo un gran banquete en su casa; y había mucha compañía de publicanos y de otros que estaban a la mesa con ellos
Lucas 5:30-32
Los escribas y los fariseos murmuraban contra los discípulos, diciendo:
—¿Por qué coméis y bebéis con publicanos y pecadores?
Respondiendo Jesús, les dijo:
—Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.
Lucas 5:33-35
Entonces ellos le preguntaron:
—¿Por qué los discípulos de Juan ayunan muchas veces y hacen oraciones, y asimismo los de los fariseos, pero los tuyos comen y beben?
Él les dijo:
—¿Podéis acaso hacer que los que están de bodas ayunen entre tanto que el esposo está con ellos? Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado; entonces, en aquellos días, ayunarán.
Lucas 5:36-39
Les dijo también una parábola:
—Nadie corta un pedazo de un vestido nuevo y lo pone en un vestido viejo, pues si lo hace, no solamente rompe el nuevo, sino que el remiendo sacado de él no armoniza con el viejo. Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo romperá los odres y se derramará, y los odres se perderán. Pero el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar, y lo uno y lo otro se conservan. Y nadie que haya bebido del añejo querrá luego el nuevo, porque dice: “El añejo es mejor.”
Lucas 6:1-5
Aconteció que un sábado, pasando Jesús por los sembrados, sus discípulos arrancaban espigas y, restregándolas con las manos, comían. Algunos de los fariseos les dijeron:
—¿Por qué hacéis lo que no es lícito hacer en sábado?
Respondiendo Jesús, les dijo:
—¿Ni aun esto habéis leído, lo que hizo David cuando él y los que con él estaban tuvieron hambre?, ¿como entró en la casa de Dios y tomó los panes de la proposición, de los cuales no es lícito comer sino sólo a los sacerdotes, y comió, y dio también a los que estaban con él?
Y les decía:
—El Hijo del hombre es Señor aun del sábado.