Cap. 5 Acerca de la metáfora de la araña. GOLSE Flashcards
(10 cards)
¿Cómo se origina el lenguaje en el niño?
Para explicar la emergencia del lenguaje es indispensable analizar todas las interacciones tempranas entre el niño y sus cuidadores. El lenguaje hunde sus raíces en la comunicación preverbal y en los procesos de subjetivación que permiten el acceso a la intersubjetividad. Por eso, antes de que aparezca la palabra, las interacciones afectivas ya van “tejiendo” la red sobre la que el lenguaje se sostendrá: la metáfora de la araña ilustra cómo un hilo inicial une al infans con el adulto y, a la vez, le da libertad para seguir construyendo su propia trama.
Dos modos siempre entrelazados de comunicación
Analógica (preverbal o infraverbal): Transmite emociones mediante señales no codificadas: gestos, miradas, mímicas, prosodia corporal. Se despliega en todo momento y se liga a mensajes emocionales y afectivos; antecede a la comunicación digital.
Digital (verbal y simbólica): Es analítica y se codifica con signos lingüísticos estructurados. Incluye palabras, sintaxis y semántica, pero se apoya en la prosodia, el tono, la intensidad y el ritmo que provienen del registro analógico.
Dimensión afectiva como puerta de entrada al lenguaje
El niño accede al lenguaje a través de su dimensión afectiva y analógica, no sólo gracias a la estructura simbólica. Al principio responde más a la musicalidad de la voz que al significado de los signos: la tonalidad calma o tensa. De ahí que factores como la depresión materna alteren el desarrollo lingüístico: si la voz materna pierde riqueza expresiva, disminuye la motivación del bebé para balbucear. La relación es bidireccional: el estado del bebé también impacta en la madre. En una depresión posparto puede faltar esa riqueza comunicativa inicial y aparecer déficit en la adquisición del lenguaje.
Intersubjetividad, subjetivación y emergencia de la palabra
El lenguaje verbal no surge de forma aislada: se apoya en procesos de intersubjetividad (vivencia de “ser dos”) que permiten al niño percibirse como sujeto separado y, simultáneamente, en relación con el otro. “El lenguaje no es sólo un medio de comunicación, sino también un pilar en la construcción de la subjetividad.”
Dato clave: Lo intersubjetivo antecede a lo intrasubjetivo. Ambos se movilizan y se influyen recíprocamente; sin esa relación temprana, la palabra nunca aparecería.
Intersubjetividad: Vivencia profunda que hace sentir que “uno y el otro lo hacen dos”. Implica una transformación mutua adulto-infante y un proceso de diferenciación extra-psíquico. Se juega en la realidad externa y en el registro interpersonal. Todo progreso en el desarrollo infantil implica, en cierto grado, un proceso defensivo frente a la separación o pérdida del objeto primario (generalmente la madre o el cuidador principal). Esto es evidente en varios hitos del desarrollo, como el control afectivo, el caminar y. en este caso, el lenguaje. Este proceso de separación duele Sin este reconocimiento del otro el lenguaje no se desarrolla porque hablar significa dirigirse a otro y buscar una respuesta
Subjetivación: Permite al niño vivirse como persona separada (puede hablar en primera persona) y concebir al otro como “objeto-otro-sujeto”. El reconocimiento mutuo coloca a ambos en lugares de paridad. La subjetivación se juega en el campo de la realidad interna y del registro intrapsíquico
En suma, las interacciones tempranas —cargadas de afecto analógico, sostenidas por la musicalidad y moduladas por la intersubjetividad— constituyen el punto de partida del “hilo” que, como la araña, el niño seguirá tejiendo para convertir los primeros sonidos en lenguaje simbólico y, con ello, edificará su propia subjetividad.
Del pensamiento sincrónico a la palabra diacrónica
El mundo subjetivo infantil es sincrónico: múltiples ideas y sensaciones coexisten en el icc sin orden.
Para verbalizar la realidad, el niño debe “reducir” esa experiencia al significante lingüístico, aceptando la estructura lineal (diacrónica) del lenguaje verbal.
Esta transición explica tropiezos temporales —tartamudeo fisiológico hacia los 3 años o taquilalias— mientras el pensamiento se adapta al formato lingüístico.
- La “violencia” inevitable del pasaje a lo verbal
Golse subraya que dicho pasaje no es natural ni armónico: implica pérdida de la vivencia puramente emocional-analógica y genera una tensión psíquica. El niño deja un “sentimiento oceánico” para enfrentarse a los límites que impone el lenguaje. El desafío clínico es que esta violencia estructurante no se vuelva destructiva. El niño debe aceptar que el lenguaje implica una transformación de su relación con el mundo. Antes de hablar, el niño está completamente inmerso en la experiencia emocional y sensorial Después de aprender a hablar, debe estructurar esa experiencia en palabras, lo que introduce una barrera entre la emoción pura y su representación verbal.
- Intersubjetividad como condición del habla
Hablar siempre es dirigirse a un otro: sin reconocimiento intersubjetivo el lenguaje no emerge.
Distancia intersubjetiva: Espacio psíquico que se establece entre el niño y el otro en el proceso de diferenciación. Representa la conciencia de que uno mismo y el otro son entidades separadas, pero en relación. Es un proceso que se va dando con el tiempo. Sin esta distancia, la relación con los demás se daría en un estado de indiferenciación fusión. Se van generando niveles de tolerancia en el niño con el paso del tiempo, es un proceso.
Muy poca distancia → fusión, imposibilidad de diferenciarse.
Demasiada distancia → desconexión afectiva y bloqueo comunicativo.
- Lazos preverbal(es)
Conexiones afectivo-comunicativas que el bebé teje con sus cuidadores antes del lenguaje. Estos lazos permiten que el niño se relacione con el otro sin sentirse ni completamente fusionado ni completamente separado. Fundamentales para que pueda entrar en la comunicación verbal y en el mundo simbólico sin sentir que esto implica una pérdida o una desconexión con los demás. Sostienen la comunicación analógica inicial. Permanecen como base afectiva cuando aparece la palabra. Son aquellas cuestiones y lazos que mantienen al niño “atado” a un espacio seguro para que pueda explorar la realidad sin dejar de estar conectado con el resto. El niño investiga el mundo y conoce sin perder un lazo que lo atrae y conecta con un espacio más seguro.
Metáfora de la araña (explican los lazos preverbales:
como hilos de seda que mantienen al niño “atado” a un punto seguro mientras explora el mundo; si desea regresar, esos mismos hilos lo guían de vuelta. Bien tejidos, permiten que el lenguaje digital surja como extensión natural de la relación intersubjetiva. Si fallan, hablar puede vivirse como pérdida o desconexión. Cuando una araña quiere descender desde el techo hasta el suelo, no se suelta abruptamente, sino que teje hilos de seda que le permiten bajar de manera controlada. Explica cómo el niño va conociendo el mundo sin perder esos lazos que lo mantienen atado a cuestiones que lo conectan con la seguridad. No se suelta abruptamente a la realidad. Esos hilos (lazos preverbales) que conectan al niño y la madre se construyen entre ambos, es bidireccional. Algo conecta a esos dos otros.
Si los lazos preverbales fallan, el niño puede sentir que hablar es sinónimo de pérdida o desconexión, lo que podría afectar su desarrollo lingüístico. Si estos hilos están bien tejidos, el lenguaje surge de manera natural como una extensión de la relación intersubjetiva. Este enfoque permite entender mejor por qué algunos niños pueden tener dificultades en el desarrollo del lenguaje debido a alteraciones en la construcción de los lazos afectivos y comunicativos que preceden al habla.
Clave para la construcción del lenguaje: se va construyendo el lenguaje digital con bases en estos lazos afectivos pero nunca se pierden del todo sino que se enlazan en la comunicación analógica y digital.
El lenguaje verbal no es posible sin el acceso previo a la intersubjetividad que funda el registro de la comunicación preverbal.
- Autismo y fallas en la trama intersubjetiva
Algunos niños no logran establecer la distancia intersubjetiva adecuada: no perciben al otro como separado. Nunca llegan a percibir al otro como sujeto separado (porque no establecen una distancia intersubjetiva adecuada). Otros sí se diferencian, pero no tejen lazos preverbal(es); se reconocen mutuamente pero no tejen lazos preverbales y eso desemboca dificultad para interactuar y gran aislamiento.
Estas dificultades explican la experiencia de “ser ignorado” que viven muchos adultos (contratransferencia) y la profunda soledad del niño.