REVISTA DEL PSICOANALISIS Flashcards
(5 cards)
FUNDAMENTO DE DIFICULTADES EN TEA
Las dificultades que vemos en los TEA (problemas para relacionarse,
comunicarse, comportamientos repetitivos) podrían estar ligadas a un problema muy
temprano en cómo se construye la relación fundamental del bebé con las personas que lo
cuidan, lo que el psicoanálisis llama el “Otro” (generalmente la madre o quien cumple su
función).
TEA Y FREUD
Un concepto clave para entender esto es la pulsión. Freud diferenció la pulsión de una
simple necesidad. Satisfacer una necesidad (como el hambre) la elimina por un tiempo.
Pero la pulsión (como el deseo de chupar más allá de alimentarse) busca una satisfacción
que nunca se agota del todo, una especie de placer que va más allá de la necesidad
biológica.
TEA Y LACAN
Jacques Lacan, otro psicoanalista, describió cómo esta pulsión se instala en el bebé a
través de un circuito con tres momentos. Piensa en ellos como pasos lógicos en la relación
del bebé con el Otro:
1. Recibir algo: El bebé recibe algo del Otro. Por ejemplo, la madre le da el pecho o el
biberón. O, en el caso de la mirada, el bebé recibe la mirada del Otro.
2. Satisfacerse en sí mismo: El bebé parece obtener placer de la acción misma,
como chupar. O de mirarse a sí mismo.
3. Hacerse (pasivo): Este es el paso crucial y más difícil de entender. No es que el bebé
haga algo activamente, sino que se satisface por el Otro. Es como si el bebé descubriera el
placer que existe para el Otro en su acción, y se sintiera constituido o “hecho” por ese
placer o deseo del Otro. Por ejemplo, la madre disfruta viéndolo chupar, y ese disfrute de la
madre hacia él es lo que le permite sentir un placer más allá de la simple succión nutritiva.
Es el momento de ser “armado” o “hecho” por la mirada y el deseo del Otro.
FALLA EN LA MIRADA
Desde esta perspectiva, los TEA se entienden como una falla o un obstáculo en la
instalación de este circuito de la pulsión, especialmente en ese tercer momento, el del
“hacerse”
. Si este tercer paso falla, el circuito no se cierra, y el bebé tiene dificultades para
encontrar satisfacción plena en la relación con el Otro.
Esto se manifiesta en una dificultad muy profunda para establecer contacto y relacionarse
con el Otro. El bebé o niño con TEA parece no buscar ni disfrutar esa interacción de la
manera típica. No hay un placer evidente en estar “con” el otro.
Un elemento clave en esta falla es la mirada. La mirada, en psicoanálisis, no es solo el acto
de ver. Es una función que permite al bebé sentirse visto, reconocido y, a través de la
mirada del Otro, empezar a construir una imagen de sí mismo, de su propio cuerpo (lo que
Lacan llamó el “acceso a lo especular” o “estado del espejo”). Las fuentes señalan que una
ausencia severa de la mirada es un signo importante en patologías graves de la
comunicación. La mirada de la madre es indispensable para que el niño se “arme” como
sujeto.
Entonces, la teoría sugiere que en los TEA hay una falla fundamental en esa relación
temprana con la mirada del Otro , que impide la correcta instalación del circuito de la
pulsión, especialmente ese momento de ser “hecho” o constituido por el Otro. Esto explica
las grandes dificultades en la comunicación y la interacción social. El niño no parece
producir “significantes” (palabras o gestos con un destinatario claro).
CASO HALIMATA
El caso de Halimatá se usa para ilustrar cómo se puede trabajar terapéuticamente. Halimatá
emitía sonidos repetitivos sin que parecieran dirigidos a nadie. El trabajo del terapeuta fue,
en parte, como de “traductor”
, intentando darle un sentido a esos sonidos en la relación.
Poco a poco, esos sonidos empezaron a tener un significado, luego se convirtieron en
palabras y frases. Empezó a dibujar, a expresar emociones como la tristeza y a relacionarla
con eventos (muertes, enfermedad). Esto muestra cómo, a través del trabajo terapéutico
(que también incluye a los padres), se puede intentar posibilitar que ese circuito pulsional se
establezca, que el niño empiece a relacionarse, a usar la palabra y a simbolizar.
El objetivo de la terapia, desde esta visión, es ayudar a que ese circuito se instale, a que el
niño pueda “recuperar la mirada” y, de esta manera, constituirse como un sujeto que puede
relacionarse y comunicarse con otros de una forma más típica.
En resumen, para entenderlo de forma más simple, esta perspectiva psicoanalítica propone
que las dificultades en los TEA no son solo “fallas” en habilidades, sino que están ligadas a
un problema muy temprano en la construcción del sujeto a través de la relación con el Otro,
centrado en la dificultad para que se instale el circuito de la pulsión (especialmente el
momento de ser “hecho” por el Otro) y en una falla fundamental en la relación con la
mirada.
El tratamiento busca, de forma muy paciente, ayudar a construir esa base relacional
que faltó